una noche de un 2013
Algunas veces recurro al vicio de volar, lo suelo hacer para
no sentir ciertos dolores, piedras evadibles al menos por un rato, para aplacar
la despiadada acción de las espinas en la carne viva de mi pecho, olvidando un
rato incalculable los espejos terrenales del cuerpo. Con vuelo hábil y fatigados pies, intento acordarme de quien era, de quien soy siempre,
aunque finja ser otr@, aunque juegue a ser mortal una que otra vida. En mi
obstinado aleteo, hay algunas veces que logro encontrar enseñanzas profundas y
dulcemente poderosas, conocimientos que transporta el viento en su pasar
sempiterno*.
Volar
se me ha hecho costumbre aunque debo admitir que lo hago más a la luz de la
luna, cuando es demasiado tarde para todo pero lo suficientemente temprano como
para ser en el ensueño. Anuncio a los cuatro vientos, que he apoyado mis patas
en el borde de muchos abismos, que he
desafiado a las leyes de la gravedad con mi nocturno intento. Mis ojos se han
manchado de sangre, mi garganta se ha llenado de ciegos silencios y fugaces
gritos de luz. Mis manos se han curtido por el viento helado de mi vuelo, se
han manchado de rojo y todas las gamas del negro cielo, mis dientes se han golpeado con los huesos de
la señora de negro, las encías se han encogido al morder el hielo de su aliento, la lengua se ha
tragado el veneno que los cadáveres móviles han sembrado en mis bosques. He
volado a pesar de los fantasmas del
miedo, y confieso que por la calles de la noche me he adentrado en
recurrentes temores como el de los cuchillos. Esos que se apoderan de mis
cajones y me dan un dominable miedo
irresistible y visiblemente desgarrador. Es cierto. He tenido un deseo
desesperado de poder hundir esa filuda lama en mis tejidos, abriendo venas,
explorando las capas del dolor, visitando tal vez con decidida violencia mis
entrañas vacías, cegada por la humedad de mi llanto amnésico, pero con un miedo
racional y totalmente lucido de no poder llevar a cabo una tan radical acción. He soltado los filudos metales venciendo la curiosidad por los labios vacíos de la que me llamaba, labios ávidos por mi aliento. He resistido al llamado de sus ojos sin fin suplicando mi alma, he vencido el temblor de mis muñecas venosas, mientras mis pasos han retornado a ser firmes y descansar desnudos. He logrado naufragar al fin en la costura del pensamiento inspirado, en el olor a paleta en mi piel, a los cabellos manchados de rojo y todos los matices del pensamiento. Entierro lo más firmemente posible mis raíces, para penetrar con fiereza en esta tierra. Anhelo con viva confianza que llueva la abundancia real a todas las hojas de tu vida y la mía, al ser despierto y atento. Que se hagan realidad los deseos del ser verdadero, que se ponga obstinada la fuerza cuando se trate de crear, de salir del pozo o dejar de deambular por los abismos del ser que habita en nuestra sombra, para aprender de él sin perderse en su eterna bruma, para forjar con el calor del latido la espada de la voluntad, de la divinidad ultima que somos, lector hermano del camino.
*EL
VIENTO. Junto con todos los seres de
este mundo y universo cumple con
misiones en todos los planos del ser, en el físico, emocional, mental y el
espiritual. Tiene una memoria impersonal
que pertenece al tiempo y a los espíritus. Guarda y transporta las
emanaciones del pensamiento humano, como hace con las hondas de radio. Moviliza
masas de pensamiento, reúne las ideas afines en su paso de rutina
perfecta, generando así conexiones
mentales en todo el planeta.

El vuelo, el viento y el vuelco,
ResponderEliminarla locura, el odio y la cabeza,
el silencio, el vacio y el hueco,
la paciencia, el amor y la belleza.